Otra visita poco recomendada en pleno mes de agosto, por el exagerado tumulto de personas que nos podemos encontrar en dichas fechas, pero que pocos se pueden resistir por su cercanía al puerto de embarque hacia Irlanda, es la del Mont Saint-Michel, muy cerca de la visita mencionada a St Maló en post anteriores. Desde nuestras primeras visitas en los primeros viajes en coche que realizamos a Irlanda, hace ya más de 15 años, el fenómeno turístico ha evolucionado tanto, que ya no se puede acceder en coche a pie de ciudad, y se hace andando o en los autobuses que realizan continuamente el trayecto hasta la zona comercial y parking de principio de la bahía.
Esta pequeña ciudad amurallada con forma de montaña y una imponente Catedral que la corona, está conectada con la bahía donde está enclavada a través de un camino con pasarela que cada 18 años queda inundada por la impresionante Marea que se produce, con una altura de cuatro plantas de un edificio. Se trata de un fenómeno que se repite en ciclos de unos 18 años y medio porque responde a la inusual alineación del Sol y la Luna.
Entrar en la ciudad amurallada a través de su pequeña puerta de piedra, hace realmente imaginarse por unos segundos que se entra en un mundo medieval, de los que vemos a menudo en cine o televisión, aunque entre el gentío exagerado vistiendo ropa de marca, y la cantidad de tiendas, restaurantes y hoteles en que se han convertido todos sus edificios, nos devuelve rápido a la realidad.
En el viaje natural hacia Cherburgo desde España, apenas hay que desviarse 30 kilómetros de la ruta de los estuarios, la autopista A84, lo que hace no tener excusa, si se dispone de al menos 3 horas, para hacer aunque sea una rápida visita a esta maravilla de la humanidad.